Recordamos a Simona a los 20 años de su muerte
El 18 de abril, Simona subía al cielo, hoy 18 de abril del 2004, la recordamos a los 20 años de su muerte.
La copertina del libro 'Innamoratissima di Gesù'
Ya hemos festejado la Santa Pascua, y la gloria y la esperanza de la Resurrección han llenado nuestros corazones. Nos estamos acercando a la celebración del Domingo en Albis, el 18 de Abril del 2004, una fecha importante para la comunidad Primavera. Han pasado 20 años desde la muerte de Simona, hoy Sierva de Dios. Co-fundadora y encantadora animadora de la Comunidad, Simona se apagó en Cagliari el 18 de Abril de 1984: era Miércoles Santo. Se ha querido escoger la ocasión del 18 de abril para combinar la Conmemoración de Simona y la Asamblea Comunitaria.
Simona, de hecho, se ha donado para la Comunidad y para la Iglesia y, la Comunidad no podía eximir ofrecerle un amplio recuerdo a través de uno de los Convenios al que ella sostenía en particular. Para nosotros que junto a Simona, hemos construido la Comunidad, para nosotros que hemos sido y somos todavía hoy sus amigos más cercanos y hermanos en la fe, para nosotros hoy el recuerdo nos lleva inevitablemente a aquél 18 de Abril de hace 20 años, cuando asistimos impotentes a su muerte, y poco a poco, una cuestión a cada uno de nosotros: ¿Es el final? ¿Es un nuevo inicio? Cuando Simona murió fue muy doloroso, un vacío incalmable, un vacío afectivo y espiritual, una cosa diferente...
Pero, poco a poco, nos dimos cuenta que Simona verdaderamente no se había ido, percibíamos su presencia y recogíamos su herencia, era como si un fino hilo nos uniera a ella.
Hoy podemos afirmar que la memoria de Simona, después de veinte años, no se ha debilitado, no se ha descolorido, y esto gracias a su Comunidad que en los años la ha hecho conocer dentro de la Renovación y de las diversas realidades parroquiales y eclesiásticas sardas y no sólo. También ha contribuido notablemente el libro del Padre Clemente Pilloni "Enamoradísima de Jesús", un instrumento precioso para conocer a Simona, un libro que cuenta su subida espiritual, en una búsqueda perenne de la perfección animada de la gran fe y la esperanza, una subida que se ha concluido con el abrazo a la cruz, ascensor para Tu Reino, como Simona la definió en sus diarios. Simona frágil a causa de la enfermedad, pero fuerte en la fe en Jesús, Simona pequeña, consumida del mal físico, pero grande en su acto de donación al Padre por los hermanos, Simona, que nunca ha vivido para sí, hoy sabe que hablar de ella no es para su Gloria sino para la Gloria de Dios, para la santificación de los hermanos.
Su fe, su oración profundamente verdadera y carismática, enriquecida de la alabanza, la canción, de la instrucción, hacía llegar a Jesús quién era lejano, abría una espiral de luz al hermano enfermo, desempleado, perseguido; pero, como para Bernadette a Lourdes, el agua de la fuente no era para ella, a ella el Padre le había pedido algo más, a ella que había entendido que una nueva levadura, la Renovación Carismática la estaba llevando a la Iglesia, con un fuerte despertar de los dones del Espíritu Santo, a ella ha pedido donarse, como también Jesús lo ha hecho. Simona, elegida del Señor para una ofrenda total, ha ofrecido todo.
Simona ha recibido la voluntad de Dios hasta tal punto que el tumor no era su enemigo, solamente el leño santo sobre el cual reclinarse para subir al cielo, el camino para hacer Eucaristía, alimento para sus hermanos. Simona vivía en el mundo pero no era del mundo, vivía en su tiempo pero le atraía lo Eterno; tenía tantos dones: juventud, belleza, salud, comodidades, la brillantez de la inteligencia, pero como Francisco, ha dejado todo, todo aquello que creía podía ser para ella una carga, un impedimento para acercarse a Dios y a los hermanos.
La caridad para Simona no era entendida como limosna, la corrección no era juicio, el consejo no era presunción humana, todo era donado gratuitamente sin esperar nada a cambio, sin hacer preferencias de personas, pero con un único deseo: que el hermano que estaba delante pudiese encontrar a Jesús, el amigo que había cambiado su vida.
Hoy ella puede ser casa para quien tenga necesidad de un refugio, consejo para quien está en tentación, caridad para quien tiene hambre, sonrisa para quien se siente olvidado, fuerza para el dejado y esperanza para quien está decepcionado.
Simona se sentía semilla, "semilla de Dios", y sólo después de años hemos entendido que la semilla ha germinado! Semilla que ha tenido que morir para germinar frutos que pudieran ser recogidos por todos los hijos de Dios, en la Iglesia, sobre todo por los jóvenes, como expresamente ella pedía en la oración.
El tiempo ha pasado y las meditaciones de Simona han llegado a ser un válido apoyo de crecimiento para la Comunidad y para tantos hermanos; gracias a la sencillez y claridad del lenguaje, nos damos cuenta de como tantas personas aportan enseñanzas personales y como tantos "frutos especiales" se han manifestado en años: conversiones, vocaciones, llamadas especiales.
Y Simona hoy tiene tantos amigos de verdad, hermanos y hermanas en la fé, se ha convertido en la confidente más íntima a la cual pedir fuerza e intercesión para las necesidades espirituales y materiales.
La historia de Simona es una gracia especial para todos, de hecho ella nos ha dejado un modelo de vida ejemplar, una vida intensa de oración, de apostolado y de caridad, vida vivida a la luz de Dios.
Simona es luz que no puede estar bajo la mesa de nuestros recuerdos, cerrada celosamente en una foto o en un escrito, sino que viene puesta en alto, viene donada, ofrecida, para ser luz para quienes participan hoy en esta Conferencia y en cada lugar donde se quiera donar su ejemplo, su testimonio: en las familias, en nuestras parroquias, en las escuelas, en los puestos de trabajo, porque los Santos no tienen edad, no pasan de moda, no son de alguien, no tienen lugar, porque están en el corazón de Dios, en la Eternidad!
La Pastoral de Servicio de la Comunidad Primavera R.C.C.