Una Santa entre nosotros

Simona Tronci podría ser la primera santa de la Renovación Carismática

En una reciente reunión regional de los Carismáticos – tenida lugar el 2 de junio de 1998 en un pabellón de la Feria de Cagliari – sobre el palco sobresalía una gran foto de Simona Tronci, una muchacha muerta el Miércoles Santo de 1984 y que muchos desearían pronto ver alzada a la gloria de los altares. De hecho, uno de los relatores de la convención, el sacerdote belga Daniel Ange, ha lanzado una idea: Cada uno de los participantes a la reunión escriba una carta al Arzobispo de Cagliari pidiéndole la abertura de la instrucción diocesana.

Difícil decir cuántas hayan adherido la iniciativa, cierto es que en tantos han percibido y perciben la fascinación de esta muchacha muerta de un tumor pulmonar a 23 años todavía no cumplidos y que de su vida había hecho una continua subida hacia aquellos ideales evangélicos vividos más con los hechos que con las palabras.

Una vida simple, la suya, pero caracterizada de una perenne búsqueda de la perfección. Nacida en Cagliari el 13 de octubre de 1960, tuvo una vida como aquella de tantas otras niñas y muchachas; la escuela, los amigos, el deporte y una normal frecuencia cristiana a los sacramentos dominicales, misa y comunión. Si inscribió a la Facultad de Derecho y era una óptima jugadora de vóley. Los estudios de leyes, abrazados para convertirse un día en magistrado, y llevar un poco de justicia, fueron interrumpidos por la Facultad de Teología, para poder dar lo mejor de sí a Cristo. Causó estupor al Presidente de la Facultad, que una chica quisiera inscribirse a una rama tradicionalmente masculina, reservada además a los seminaristas. Era sin embargo aquello que Simona buscaba, y dónde consiguió con éxito hasta que la salud se lo permitió. Entre tanto frecuentaba grupos católicos. En 1977 participó a las iniciativas de Operación África, entonces conoció los grupos carismáticos, en particular el Primavera, y esta experiencia marcó de manera definitiva la vida de Simona. Con un grupo de amigos se encontraban para discutir y sobre todo para rezar. De la asociación Primavera era la animadora, el faro. Tocaba la guitarra, cantaba y participaba a los encuentros nacionales, era su entusiasmo evangélico que implicaba a todos en las iniciativas de interprender.

En enero del 83 comenzó su calvario: tumor pulmonar. Todos los tentativos para curarla, en Cagliari y en París, resultaron inútiles. Se apagó el Miércoles Santo de 1984, llorada por todos aquellos que habían tenido la fortuna de conocerla.

Son muchos aquellos que no tienen dudas sobre la santidad de Simona y son numerosas las personas que sostienen haber recibido, por su intercesión, algunas gracias. Hace algunos años se habían recogido firmas y presentada la demanda al Arzobispo para nombrar el Tribunal para iniciar la instrucción diocesana. De estas firmas, un volumen ha sido entregado a Monseñor Ottorino Alberti y el otro lo conserva el Padre Clemente, está siguiendo el evento de la joven de Cagliari. Al Arzobispo fueron también presentados testimonios que deberían garantizar la santidad de la muchacha. El fascino de Simona no está en carismas extraordinarios, o en cualquier cosa de deslumbrante. Propio de su joven edad y sin embargo de la frescura evangélica que ha permeado su acción.

¿Será santa Simona Tronci? Quién sabe. De la idea lanzada del Padre Daniel Ange en la Feria, podrían llegar aquellas cartas postuladoras que podrían hacer abrir la instrucción diocesana. En tantos lo esperan. Y podría ser Simona Tronci la primera santa de la Renovación Carismática y orgullo para las personas de Cagliari.

Alessandro Atzeri, L'Unione Sarda, 15 de julio de 1998